En el primer ciclo dentro de las actividades dedicadas a recuperar juegos tradicionales, pensé en recuperar los juegos con canicas. Habíamos observado que muchos de nuestros alumnos y alumnas tenían poca habilidad en las tareas que requieren motricidad fina: agarrar objetos pequeños, oponer diferentes dedos, pellizcar, hacer nudos sencillos... Así que jugar a las canicas cubriría muchas de las necesidades de mejora de estas habilidades. Además este tipo de juegos ayuda a medir distancias, contar y averiguar diferencias, hacer grupos; habilidades que influyen en el desarrollo de la competencia matemática. Por otra parte este juego en grupo requiere de esperar turnos, negociar para llegar a algunos acuerdos (a veces alguno de los jugadores debe recibir bolas de los demás o arriesgar más y también si las bolas en juego se recuperarán o no) y también recuperar el trueque y el intercambio de piezas "singulares". Desde el punto de vista de la maestra razones a cual más válida pero ¿cómo incitar a estas criaturas del s. XXI a engancharse en este juego ancestral?
Todo empezó con una petición a los Reyes Magos cuando sus carteros visitaron el cole en el 1er trimestre. Yo les pedí un juguete mágico y muy especial. Debía crecer cuando los niños y niñas se portasen bien y hacerse mas pequeño cuando no lo hacían.
Como era de esperar los Reyes cumplieron y dejaron para cada niño y niñas de 1º y 2º 7 canicas. Cada niño/a trajo su calcetín para guardarlas y a partir de aquí empezó la magia.
Bajar bien al gimnasio, recordar las normas de la clase y del aseo,jugar con los compañeros/as al juego propuesto... se premiaba con una canica por lo que los calcetines empezaron a crecer.
Cada día la clase de EF terminaba con un ratito para practicar y para ir aprendiendo algunos juegos sencillos.
Lo primero fue aprender a agarrar y lanzar las canicas con una mano. Las "mañas" del pulgar y del índice se resistieron un poco pero acabamos dominándolas. Algunos compañeros y compañeras se convirtieron en expertos en poco tiempo.
Continuará