Muchas veces los adultos olvidamos las necesidades de las criaturas en este sentido. En los primeros años de escuela, entre los 4 y los diez años, niños y niñas necesitan de la magia para hacer frente a la realidad que les desborda y les inquieta. Necesitan de ese recurso para hacer frente a la inseguridad que les provoca el hacerse conscientes de las limitaciones de sus padres, del entorno. Que existan esos personajes poderosos, justos, generosos y llenos de bondad que una vez al año vendrán cargados de regalos pase lo que pase, es necesario para el equilibrio emocional de la infancia. "Los Reyes van a venir aunque haya crisis" le oí decir hace unos días a una niña de unos seis años que acompañaba a su madre por la calle.
Los adultos nos movemos, a veces, en un dilema. Alimentar la fantasía de los niños y niñas requiere cierto esfuerzo: eludir algunas respuestas con imaginación, promover la sorpresa comprando a escondidas, alimentar la emoción con esperas convenientes, leer entre las lineas de las innumerables peticiones las que les ilusionan de verdad,... Muchos adultos no están dispuestos a invertir el tiempo necesario. Es mas fácil llevar a las criaturas al centro comercial para que ellos mismos cojan de las estanterías los juguetes que salen en la tele, a ser posible en cuanto quiten los cacharros de halloween para que no se acaben los trastos de moda, ceder a peticiones exageradas para acallar su mala conciencia por no dedicarles el tiempo necesario o competir con otrosen "calidad y cantidad" de regalos.

En resumen, cada cosa a su tiempo. Ni hacer crecer a los niños antes de lo necesario ni mantener el mito a fuerza de mentiras cuando ya no tiene ningún sentido.
...Y ahora, a dormir...¡Que vienen los Reyes Magos!